Un informe del CSIC analiza las claves del COVID-19 en animales y alimentos

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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicó el pasado 54 de septiembre un informe que resume el conocimiento científico sobre la Covid-19 y los proyectos de investigación que ha puesto en marcha sobre la misma.

El texto, disponible en abierto desde el portal Digital.csic, resume en 200 páginas la información actualizada sobre el desarrollo de vacunas, ensayos clínicos con fármacos antivirales, diferentes tipos de test de diagnóstico, y las vías de transmisión del virus. También aborda las características específicas del virus, los síntomas de la enfermedad, nuevos hallazgos clínicos, posibles secuelas, y el impacto social, entre otros aspectos.

Titulado Una visión global de la pandemia Covid-19: Qué sabemos y qué estamos investigando desde el CSIC, el informe está estructurado en cinco bloques: prevención, enfermedad, contención y diagnóstico, tratamiento y vacunas, e impacto global.

Es precisamente en el bloque de prevención en el que se aborda el origen y la ecología del virus (desde sus reservorios más probables, los murciélagos), así como la seguridad alimentaria ante la transmisión de este y cómo deben de colaborar la salud humana y animal para prevenir futuras pandemias. En este sentido, los autores recuerdan que los análisis de las secuencias genómicas muestran que, como los demás coronavirus humanos, el SARS-CoV-2 representa un nuevo caso de zoonosis. “Numerosas evidencias científicas apuntan a que el reservorio del SARS-CoV-2 son los murciélagos y que de estos saltó a un animal intermediario”, aclaran.

En cuanto al intermediario, aunque se requieren más evidencias, los autores señalan que “todo apunta al pangolín como candidato más probable”. “Ya ha pasado con otras especies como los dromedarios, que actúan de reservorios naturales del MERS-CoV, un coronavirus similar al SARS-CoV-2 causante un síndrome respiratorio agudo con una elevada mortalidad, y las civetas, reservorio del SARS-CoV, también asociado a un síndrome respiratorio agudo”, explican.

Los autores reflexionan sobre el comercio de animales silvestres, especialmente si no está regulado y el suministro de estos animales proviene de caza ilegal de animales salvajes, algo que consideran que “abre la puerta” a estas infecciones. “Es esencial disponer de instrumentos de regulación a escala internacional. A su vez son necesarios más estudios que identifiquen qué poblaciones animales son susceptibles a la infección por SARS-CoV-2, y que actúen como reservorio”, afirman.

Además, instan a que se investiguen aquellos procesos de recombinación genética que puedan dar lugar a mutaciones del actual SARS-CoV-2 y de otros coronavirus animales y que puedan incrementar su transmisibilidad o letalidad. “Si los murciélagos juegan un papel más directo en la transmisión humana, debería determinarse cómo los humanos entran en contacto con los murciélagos”, apuntan.

Resaltan en el informe que que, “aunque el origen de esta zoonosis parece claro que fue la transmisión del SARS-CoV-2 desde una especie animal a personas, al contrario de lo que ocurre en el MERS-CoV, la fuente de contagio actual es claramente por la transmisión de persona a persona. “Lo mismo ocurrió con el SIDA, una enfermedad de origen zoonósico cuya transmisión contemporánea no está mediada por animales”, indican.

“Es importante resaltar que la introducción de especies exóticas por ejemplo mascotas o inadvertidamente como mosquitos puede ser una vía de entrada de nuevos patógenos humanos para los que no estemos inmunizados”, advierten.

Puedes consultar el informe completo en este enlace.