La Organización Colegial Veterinaria (OCV) y, como parte de esta, el Colegio de Veterinrios de Asturias, subrayan “la importancia promover la utilización del ganado como una herramienta imprescindible para evitar o disminuir de forma considerable el número de incendios que asolan nuestro país cada año, ya que el pastoreo es una práctica ancestral con evidentes beneficios sobre los ecosistemas”.
La ganadería extensiva realiza “una labor de limpieza que la convierte en una de las principales bazas para la prevención de incendios al desbrozar el monte en zonas en las que no lo hace el hombre, por tratarse de terrenos sin uso agrícola que se han ido abandonando, y que se convierten con el paso del tiempo en áreas de matorral con peligro por su carácter inflamable”.
En este sentido, afirma que el mantenimiento de la ganadería en el medio rural, y por consiguiente la labor que realizan los veterinarios en el campo, “es fundamental para garantizar el correcto funcionamiento de los ecosistemas y así ayudar a paliar los efectos del cambio climático”.
Factores como la mayor incidencia de la sequía y la subida generalizada de las temperaturas, que provoca que agoste la vegetación, y el abandono rural, que genera que la masa boscosa se multiplique y permita que el fuego pueda avanzar sin freno, son las principales causas de los incendios que se producen en España.
Utilidad de los rumiantes
Los meses estivales resultan críticos debido a las condiciones favorables para la aparición y expansión de incendios. En ese periodo hay que estar especialmente atentos cuando se cumple la llamada regla del 30-30-30, que se traduce en más de 30 grados de temperatura, vientos de más de 30 km/h y una humedad relativa de menos del 30%.
En estas ocasiones se complica la mitigación de los incendios a pasar del despliegue de medios humanos y técnicos, por lo que su prevención es de vital importancia, “y ahí debe desempeñar una función primordial la ganadería en régimen extensivo, en especial de rumiantes, pues aprovechan al máximo los recursos naturales disponibles y a menudo son razas autóctonas, es decir, plenamente adaptadas a los rigores estivales de la Península Ibérica y a sus diferentes suelos”.